El Hermano es un apóstol
El Hermano es un hombre que, siguiendo la llamada del Señor, se consagra totalmente a él con los votos de pobreza, castidad y obediencia, para dedicar toda su vida y todas sus fuerzas a la misión de educar cristianamente a los niños y jóvenes. Es un religioso educador, no un sacerdote.
El Hermano vive en comunidad, hace voto de asociación con los demás miembros del Instituto y todos se comprometen a “sostener juntos y asociados las escuelas cristianas”. Vive unido a Dios. De la oración saca la fuerza para realizar bien su ministerio de educador. Viviendo en Dios pone a los alumnos en contacto con Él.
El Hermano es un apóstol, que vive para ayudar a los jóvenes en sus necesidades y en sus problemas. Quiere ser, para cada uno, más que un amigo: ¡un Hermano! Es un catequista, educador de la fe de sus alumnos. Les habla de Dios, les enseña las verdades de la fe y les ayuda en su vida cristiana, ayudándolos a que conozcan y amen a Dios y a que crezcan constantemente en la fe.
El Hermano atiende y cuida de todos los jóvenes que Dios le confía, pero ama especialmente a los más pobres y necesitados, porque ellos requieren más ayuda. Es un profesional de la enseñanza. Por eso se prepara constantemente por el estudio y la reflexión personal para ejercer con competencia su trabajo.
Siguiendo los pasos de San Juan Bautista De La Salle, Fundador del Instituto, 13 Hermanos son Santos, 77 son Beatos y otros 86, entre ellos numerosos mártires, están en la vía de la santidad con proceso iniciado o en vía de concluir.
La obra emprendida por Juan Bautista de La Salle es hoy continuada por los Hermanos y por infinidad de seglares que viven su espiritualidad y ejercen el ministerio de la educación, construyendo así el futuro de nuestro mundo.